martes, 17 de enero de 2017

NO ES UN JUEGO DE NIÑOS: TORTURA Y EMPATÍA


Por desgracia cada vez es más frecuente leer noticias sobre alguna persona que ha subido a sus redes sociales un vídeo de tortura a uno o varios animales. Se trata de sádicos sin ningún escrúpulo que disfrutan con el sufrimiento de otros seres vivos y encima se jactan de ello públicamente.
Podría parecer simplemente un caso de alguien que centra sus peores instintos con los animales, sin embargo, los estudios de psiquiatría nos alertan de que estos casos son un claro signo de alarma.

gandhi


La tortura no es un juego de niños
La mayoría de niños tiene una tendencia natural que le lleva a comprender el dolor de los demás seres vivos. Esto quiere decir que si un niño observa que un animal es maltratado, es capaz de interpretar las señales de sufrimiento que el animal expresa (gemidos, actitud sumisa, intentos de huida, etc.) y probablemente se sienta incómodo y dolido ante la visión de tales actos.
Es precisamente esta empatía sencilla y natural la que le permitirá, a medida que vaya creciendo, sentir interés por las emociones de sus familiares y amigos y, con el tiempo, comprender cuándo alguien está triste, alegre, enfadado, disfrutando, sufriendo, etc.
Sin embargo, cuando un niño tortura animales se está acostumbrando a disfrutar del sufrimiento de otros seres vivos, quitándole toda importancia al dolor de los demás. De hecho, si sigue cometiendo actos de este tipo, es probable que a medida que vaya creciendo no desarrolle la empatía hacia las personas, lo que puede llevarle a disfrutar también del sufrimiento de los seres humanos.

Hay muchos estudios que señalan que niños que torturaron animales en su infancia se convirtieron en adultos con comportamientos antisociales, violentos o incluso crueles con otros seres humanos1. ¡Pero no es una mera casualidad! Es simplemente una cuestión de escala: tanto los animales como los humanos somos seres vivos que sufrimos cuando nos infringen dolor y podemos morir a causa de las heridas. Así que un niño que se divierte torturando animales empieza a desarrollar un gusto insano por el sufrimiento de los animales y, a medida que va creciendo, probablemente querrá aumentar su placer con animales más grandes… Y, por desgracia, el ser humano acabará siendo uno más de los animales de esa lista.

La importancia de la educación
Por eso es tan importante educar en la sensibilidad hacia los animales. Si en nuestra sociedad tenemos espectáculos donde se exalta la tortura a un animal, cuando un niño los presencie sentirá una contradicción dentro de sí: “me da pena el animal pero veo que los demás disfrutan torturándole”. Y, por desgracia, la resolución de esta contradicción es muchas veces la negación de esa tendencia natural hacia la empatía: “si nadie más hace caso de la pena que le da el animal, es que su sufrimiento no importa”, acabará pensando el niño.
No son pocos los estudios2 que demuestran que la educación en la sensibilidad hacia el sufrimiento

y necesidades de un animal tienen un valor pedagógico altísimo:
1.      Mejora la autoestima al sentirnos queridos por otro ser vivo.
2.      Reduce los niveles de estrés.
3.      Educa en la responsabilidad del cuidado de otro ser vivo.

Y también en el caso de niños con autismo, discapacidades o desórdenes neurológicos, son incontables los estudios a favor de introducir en sus vidas el trato con animales para mejorar sus diversas patologías.

La inteligencia emocional
La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar de otra persona. Es la base de unas relaciones humanas de calidad, ya que nos ayuda a comprender qué está sintiendo otra persona y poder actuar en consecuencia para evitarle más sufrimiento (si éste es el caso).
Dicho en otras palabras: la empatía es uno de los pilares de la inteligencia emocional, ya que nos permite aprender a gestionar nuestras emociones y compartirlas con otros, desde la comprensión y el respeto. Esto significa incluso una adaptación más sana e incluso exitosa a nuestra sociedad: por ejemplo, una persona que es capaz de interpretar lo que sienten los demás, sabrá que el día que su jefe está enfadado no es el mejor para pedirle un aumento de sueldo.

¡Acabemos con la tortura animal!
Los animales son seres vivos que igual que los seres humanos, sienten dolor y sufren. Es evidente que no tienen la misma inteligencia que nosotros y no gozan de la misma libertad. Precisamente por eso, nosotros que sí somos libres e inteligentes debemos evitar que el maltrato y la tortura salgan impunes. Entre todos, creemos un mundo mejor.


Escrito por Juan Dharma para Criadero Kimbi.
Juan Dharma es Doctor en Filosofía y Psicología, investiga desarrollando aplicaciones terapéuticas de la hipnosis y el mindfulness. Y tiene un canal divulgativo sobre psicología en Youtube.
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1. Algunos estudios sobre la crueldad con animales y los trastornos antisociales:
• Ascione, F. R. (1998).  Battered women´s reports of their partners and their children´s cruelty to animals. Journal of Emotional Abuse, 1 (1), 199-133.
• Ascione, F. R. (2001). Animal abuse and youth violence.  Juvenile Justice Bulletin. Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention Washington, DC
• Barnard, N.D & Hogan, A.R. (1999). Moving up the chain of abuse pattern shows cruelty to animals is one predictor of violent behavior in adults. Seattle Post-Intelligencer, p. C.1.havior in adults. Seattle post-Intelligencer, p. C.1.
• Hellman, D. S. & Blackman, N. (1966). Enuresis, firesetting and cruelty to animals: a triad predictive of adult crime. Am J Psychiatry, 122: 1413-1435.

• López Ortega, Mª de los Ángeles (2011). Crueldad hacia los animales: importante indicador de posible crueldad posterior hacia los seres humanos. Psicologia.com. 2011; 15:37.
• Macdonald, J. M. (1963). "The threat to kill". Am J Psychiatry 120: 125–130.
• Miller, K.S., and Knutson, J.F. 1997. Reports of severe physical punishment and exposure to animal cruelty by inmates convicted of felonies and by university students. Child Abuse and Neglect 21:59–82.
• Tapia, F. (1971). Children Who Are Cruel to Animals. Child Psychiatry and Human Development 2(2): 70-77.
• Wright, J. & Hensley, C. (2003). "From animal cruelty to serial murder: Applying the graduation hypothesis". International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology 47 (1): 71–88.

2. Algunos estudios sobre los beneficios del trato con animales:
• Adams, T. (2011). A resource for studying human-animal interaction. In P. McCardle, S. McCune, J. A. Griffin, & V. Maholmes (Eds.), How animals affect us: Examining the influence of human–animal interaction on child development and human health (pp. 203–214). Washington, DC: American Psychological Association.
• Barak, Y., Savorai, O., Mavashev, S., & Beni, A. (2001). Animal-assisted therapy for elderly schizophrenic patients: A one-year controlled trial. American Journal of Geriatric Psychiatry, 9(4), 439–442.
• Breitenbach, E., Stumpf, E., Fersen, L. V., & Ebert, H. (2009). Dolphin-assisted therapy: Changes in interaction and communication between children with severe disabilities and their caregivers. Anthrozoös, 22(3), 277–289.
• Edwards, N. E., & Beck, A. M. (2002). Animal-assisted therapy and nutrition in Alzheimer’s disease. Western Journal of Nursing Research, 24(6), 697–712.
• Heimlich, K. (2001). Animal-assisted therapy and the severely disabled child: A quantitative study. Journal of Rehabilitation, 67(4), 48–54.
• Katcher, A. H., & Wilkins, G. G. (1998). Animal-assisted therapy in the treatment of disruptive behavior disorder in childhood. In A. Lundberg (Ed.), The environment and mental health (pp. 193–204). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum Associates, Inc.
• Marino, L., & Lilienfeld, S. O. (2007). Dolphin-assisted therapy: More flawed data and more flawed conclusions. Anthrozoös, 20(3), 239–249.
• Martin, F., & Farnum, J. (2002). Animal-assisted therapy for children with pervasive developmental disorders. Western Journal of Nursing Research, 24(6), 657–670.
• McNicholas, J., & Collis, G. M. (2000). Dogs as catalysts for social interaction: Robustness of the effect. British Journal of Psychology, 91(1), 61–70.
• Melson, G. F. (2003). Child development and the human-companion animal bond. American Behavioral Scientist, 47(1), 31–39.
• Nathanson, D. E., de Castro, D., Friend, H., & McMahon, M. (1997). Effectiveness of short-term dolphin-assisted therapy for children with severe disabilities. Anthrozoös, 10(2), 90–100.
• Solomon, O. (2010). What a dog can do: Children with autism and therapy dogs in social interaction. Ethos, 38(1), 143–166.
• Tissen, I., Hergovich, A., & Spiel, C. (2007). School-based social training with and without dogs: Evaluation of their effectiveness. Anthrozoös, 20(4), 365–373.
• Wells, D. L. (2009). The effects of animals on human health and well-being. Journal of Social Issues, 65(3), 523–543.
• Wilson, C. C. (1991). The pet as an anxiolytic intervention. Journal of Nervous and Mental Disease, 179(8), 482–489.




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